El tobogán de la violencia

El tobogán de la violencia

En la historia de la humanidad, vemos que cuando Dios creó al mundo no había enfermedad, tristeza o dolor, ni tampoco emociones “negativas”. Génesis nos dice que Adán y Eva caminaban con Dios (Génesis 3:8). Pero entró el pecado en el mundo a través de Adán.

Romanos 5:12 (NVI) “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron.”

En el diario La Nación, y luego en la Voz del Interior, se escribió que “Argentina está enferma de violencia”. Cada 35 horas muerte una mujer. Y la violencia comienza muchas veces en los noviazgos.

Vemos que Dios fijó límites en el jardín del Edén, Eva fue tentada, y Adán, que tenía la responsabilidad de velar por ella como cabeza del hogar, no lo hizo, sino que compartió la desobediencia. Ahí cambiaron las cosas.

¿Qué sucedió con el pecado en ellos? Tuvieron vergüenza, se cubrieron, experimentaron condenación, se echaron la culpa entre ellos. También es el primer lugar en donde el hombre le echa la culpa a Dios por lo que anduvo mal. Adán echó la culpa a Dios, diciendo que la mujer que Él le había dado lo hizo pecar. Adán razonó que fue ella quien lo hizo pecar. Cuando echamos la culpa a otros, estamos intentando eliminar nuestra responsabilidad y rendición de cuentas. En esta historia vemos las fuertes emociones negativas que aparecen.

Luego Eva tuvo dos hijos, Caín y Abel. Años después, Caín mató a su hermano, el primer asesinato. ¿Por qué? Porque Dios había considerado que el sacrificio de Abel era más excelente que el de Caín, y esto llenó de amargura y celos el corazón de Caín.

  • Caín significa: Adquirir, crear. Fue el primer hijo, el primer asesino.
  • Abel significa: Aliento, pradera.

Notemos que no se comía carne todavía, sino recién con Noé, es decir, las ovejas en esta historia se criaban por su lana, y leche.

Génesis 4:4-8 (RVR1995) “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín:—¿Por qué te has enojado y por qué ha decaído tu semblante? 7 Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?; pero si no lo haces, el pecado está a la puerta, acechando. Con todo, tú lo dominarás. Caín dijo a su hermano Abel: «Salgamos al campo.» Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.”

Hay una serie de emociones que van escalando para llegar a la violencia final, el asesinato. Hoy vivimos casi un femicidio por día en nuestro país, ocurre uno cada 35 horas, producto de esta cadena de violencia.

Hebreos 12:14-15 nos dice que: (RVC) “Procuren vivir en paz con todos, y en santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Tengan cuidado. No vayan a perderse la gracia de Dios; no dejen brotar ninguna raíz de amargura, pues podría estorbarles y hacer que muchos se contaminen con ella.”

Si tenemos amargura y siguen escalando las emociones destructivas, siguen las siguientes siete emociones o niveles: falta de perdón, resentimiento, venganza, enojo, odio, violencia y asesinato.

El profesor Jorge Serrano dice que en la actualidad existen una serie acumulativa de riesgos para que se produzcan la violencia familiar y el abuso infantil, a saber: el consumismo, la búsqueda rápida del placer, la precariedad de trabajo y la inestabilidad conyugal, la falta de una apertura trascendente a la existencia propia, la falta de solidaridad, responsabilidad y compromiso; valores que se han vuelto opacos y cuestionables.

Además, la familia está amenazada por la ideología de la libertad, la permisividad sexual, la banalización del divorcio, la expansión del concubinaje, el aumento de la maternidad de adolescentes, la promiscuidad, la ausencia de los padres, etc. Y en la familia, sobre todo en el varón, se pueden sumar problemas de celos, mala comunicación y no tener buena resolución de los problemas. Y en los adolescentes en especial, la falta de claridad en los límites y el abandono produce dolor que vuelcan en adicciones y violencia, lo cual indica un grito de ayuda y desesperanza. Y tengamos en cuenta: la violencia se da por igual en todos los estratos sociales, no es tan solo un problema de pobreza o educación.

1. LA FALTA DE PERDÓN Y AMARGURA

La amargura entra en nuestras vidas en primer lugar por la falta de perdón, lo cual es el primer paso. La falta de perdón te susurra: “No tienes que perdonarlos, no puedes perdonarlos, no hay necesidad de perdonarlos.” La falta de perdón mantiene una lista de todas las cosas que ofenden, lo cual nos recuerda constantemente de cómo nos han herido. La falta de perdón nos lleva a acusar a otros y a nosotros mismos. La falta de perdón es solo el comienzo.

La amargura no solo nos destruye espiritualmente, sino físicamente. Cada pensamiento de amargura causa una reacción de alarma en nuestro cuerpo, disparando el mecanismo de ataque o huida, y daña el sistema inmunológico, aumenta la presión, etc.

La amargura puede ser también auto-amargura, en donde la amargura la volcamos hacia nosotros mismos, en donde no nos perdonamos, en donde no nos damos oportunidades de cambiar. Los mismos escalones de la amargura hacia los demás lo podemos tener dentro nuestro, en donde la falta de perdón nos lleva al auto-resentimiento. “Nada me sale bien. Es verdad, soy un desastre, no sirvo para nada.”

2. EL RESENTIMIENTO

“Volver a sentir”. Luego sigue en segundo lugar el resentimiento. El resentimiento se construye sobre la falta de perdón, lo cual comienza a hervir dentro de nosotros. El resentimiento es más fuerte porque la falta de perdón lo alimenta. Caín se comparó con su hermano y le molestó.

A causa del resentimiento, las familias y las congregaciones se dañan y se destruyen, ya que se aferran a los rencores, y se va desparramando el veneno. El auto-resentimiento lleva a la auto-venganza, en donde nos hacemos negativos, nos martirizamos, esperamos que nos rechacen, y nos lleva a tener una actitud de víctima.

3. VENGANZA

En tercer lugar, la venganza se hace más fuerte que la falta de perdón o el resentimiento, porque es una emoción que lleva a acciones destructivas. Comienzan las palabras como “Me las va a pagar”, “Quién se cree que es”, “A mí no me hacen esto”… y pronto puede terminar en un acto de hostilidad.

4. IRA, HOSTILIDAD

Luego de la venganza viene en cuarto lugar la ira, que es hostilidad, lo cual son muestras claras de la venganza y el resentimiento que cargamos. Aquí ya encontramos señales físicas como ojos desorbitados, suba de presión, y otras señales. Luego del auto-resentimiento llegamos al auto-enojo. “No me aguanto.” “Para qué vivir.” Aquí nos señalamos, nos acusamos y los condenamos.

Y también la ira se puede volcar hacia adentro, en donde uno descuida su salud, no atiende a su cuerpo, se deja estar.

5. ODIO

Luego que el enojo y la hostilidad ha tomado lugar en nosotros, entra el odio, el quinto paso. La amargura se sigue alimentando del resentimiento y la falta de perdón y la ira. Luego sigue el auto-odio, y luego la auto-violencia, en donde la persona toma adicciones, se daña, se descuida, se abandona, y termina en un auto-asesinato, de pensar, “Nadie me tiene en cuenta”, “Mejor morirme para no molestar más a nadie”, etc.

6. VIOLENCIA

El sexto nivel de amargura es la violencia. Es enojo y odio puesto en acción. Las emociones se disparan en ataques verbales o físicos.

7. ASESINATO

El séptimo paso, y el peor de todos, es el asesinato. Así como Caín asesinó a su hermano a causa de su amargura, vemos que hoy sucede todo el tiempo, en donde se matan a niños, cónyuges, amantes, padres, etc.

La Biblia nos enseña que “asesinamos” con nuestras palabras, ya que el asesinato comienza con el corazón, según vemos en 1 Juan 3:15 (NTV)

“Todo el que odia a un hermano, en el fondo de su corazón es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino tiene la vida eterna en él.” El nivel destructivo de la amargura es buscar destruir al ser de una persona. Las palabras hirientes, llenas de odio, matan el espíritu de una persona.

Mateo 12:34: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” NVI dice: “Pues lo que está en el corazón determina lo que uno dice.”

Vemos que en este proceso vamos en contra de lo que Dios piensa de nosotros, en donde Dios nos dice que somos valiosos, somos preciosos, y dejamos de pensar lo peor de nosotros mismos.

¿Cuánto valés? Valés por el precio que alguien pagó por vos. El Padre dio a su Hijo por tu vida, lo cual es el precio más alto que puedas tener.
Luego de amar a Dios, tenemos que ser nuestros propios mejores amigos. “Ama a Dios, y ama a tu prójimo como a ti mismo.” Mateo 22:39. Amarse a uno mismo es un principio bíblico. Es el segundo gran mandamiento.

Romanos 6:6 (NTV) “Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado.”

1 Tesalonicenses 5:23 (RVC) “Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”

Para pensar: la falta de afecto baja las defensas del sistema inmunológico. Cuando hay tiempos de aprecio y afecto, se elevan las defensas. Quienes viven ira u odio en pocos minutos bajan sus defensas. Quienes son solidarios por los demás son más saludables que quienes están auto-enfocados en sí mismos, y se llenan de depresión y tristeza.
El médico del estrés, Daniel López Rosseti, afirma que la mayor consulta médica es la “infelicidad.” Y la infelicidad está en permitir que este tobogán de violencia ocurra en nuestras vidas.

Génesis 4:99 “El Señor le preguntó a Caín:—¿Dónde está tu hermano Abel?—No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?—¡Qué has hecho! —exclamó el Señor.

Esta fue la oportunidad de Caín de arrepentirse por lo que había hecho. Pero no la aprovechó. ¡Cómo hubiera cambiado la humanidad si Caín hubiera buscado el camino del arrepentimiento!

Tomemos tiempo para reflexionar dónde estamos, y aprendamos de la historia de Caín y Abel.

DOS PREGUNTAS FINALES

¿Estamos ofreciendo los sacrificios correctos? 1 Pedro 2:5 (NVI) “…también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo.”

¿Estamos gobernando el pecado o el pecado nos gobierna? Romanos 6:14(RVC) “El pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, pues ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.»

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Para contrarrestar la violencia que vimos en los estudios, debemos y podemos:

  1. Bajar el consumismo. Pensar antes de comprar y gastar.
  2. Aprender a postergar el placer.
  3. Estabilizar en lo posible las fuentes de ingresos laborales.
  4. Encontrar el sentido propio de la vida.
  5. Practicar la solidaridad.
  6. Definir nuestros valores y vivirlos.
  7. Ser padres y adultos presentes. Tener familias fuertes.